En 1948, Manuela Vicente Ferrero, una maestra decidió celebrar en su escuela una jornada festiva para agasajar a los padres de sus alumnas. La idea surgió a petición expresa de algunos padres que estaban "celosos" de la celebración del Día de la Madre y le transmitieron su deseo de tener un día en el que fueran ellos los homenajeados.
Aquella primera jornada en honor de los padres, incluía misa, entrega de obsequios elaborados manualmente por las niñas y un festival infantil con poesía, bailes y teatro. Sus convicciones religiosas la llevaron a pensar en la idoneidad de elegir la fecha de la onomástica de San José, considerándole modelo de padres y cabeza de la familia cristiana, humilde y trabajadora.
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